Mamá ¿qué guardan los cangrejos en sus conchitas?
Posted on diciembre, 07 2018
Las generaciones futuras merecen conocer y disfrutar la naturaleza qué nosotros conocimos.
Cuando era pequeña, tenía la fortuna de viajar a la playa en vacaciones. Diversión garantizada construyendo castillos de arena, viendo tortugas, ballenas, delfines y cangrejos (siempre amé a los ermitaños que llevaban su casita a todas partes y me gustaba imaginar qué guardarían dentro).Hoy me cuesta trabajo creer que este es un privilegio del que probablemente mi hijo no podrá gozar.
Recientemente, casi al mismo tiempo que mi hijo cumplió su primer año de vida, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó un reporte alarmante en el que dejó muy en claro que si no actuamos de forma inmediata, contundente y significativa, las consecuencias climáticas serán desastrosas.
Ni siquiera tenemos que ir muy lejos en el tiempo para ver la catástrofe ambiental que los seres humanos estamos provocando. Ya estamos presenciado la extinción masiva de especies, climas cada vez más extremos, sargazo en vez de arena en las playas del Caribe, huracanes, tsunamis…y la lista puede continuar.
Todo esto ha ocurrido primordialmente por la desenfrenada industrialización, atada a la ingenuidad de creer que los recursos que tenemos son infinitos y que el planeta puede absorber ilimitadamente todos los impactos que genera nuestro actual modelo económico. Desafortunadamente, la indiscriminada quema de combustibles fósiles, entre otros factores, ha disparado la emisión de gases y compuestos de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, los cuales son responsables del cambio climático.
La comunidad científica ha puesto en claro que las emisiones de GEI deben disminuirse de forma drástica para evitar que la temperatura global del planeta continúe aumentando. Por ello en 2015, en el marco de la edición 21 de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), casi 200 países se comprometieron mediante el Acuerdo de París a mantener ese aumento “muy por debajo” de los 2°C. Hoy el reporte del IPCC señala que aún un escenario de 2°C puede ser catastrófico y ocasionar daños irreversibles, por lo que debemos apuntar a un aumento máximo de 1.5°C.
Estos 0.5°C parecerían no ser mucho, pero esa diferencia, hablando de la temperatura promedio de todo el planeta, podría significar mayores sequías en algunas partes del mundo, intensas precipitaciones en otras, ciclones tropicales y un mayor aumento en el nivel medio del mar que pondría en riesgo a 10 millones de personas más.
Lejos de darle un tinte negativo a este texto, quisiera hacer notar que aún podemos hacer cosas que nos hagan alcanzar la luz al final del camino. La realidad es que ya contamos con la tecnología y el conocimiento suficiente para poder revertir esta tendencia y lograr cumplir la meta de 1.5°C. Solamente falta canalizar las inversiones hacia proyectos sustentables y de bajas (o nulas) emisiones de GEI, incrementar la voluntad y determinación política y tener más industrias responsables, comprometidas y congruentes. Se necesita también una ciudadanía informada que comprenda la magnitud y el impacto de sus decisiones cotidianas.
Así que movámonos más a pie, en bici, en transporte público o compartamos el auto. Si está en nuestras posibilidades, adoptemos eco-tecnologías para nuestra casa y oficina (calentadores solares y celdas fotovoltaicas, construyamos huertos o azoteas verdes, captemos agua de lluvia, hagamos composta); evitemos cambiar los aparatos electrónicos cada año; reparemos las cosas que se descompongan y demos un segundo uso a la ropa, calzado, aparatos electrónicos, y juguetes para generar menos desechos; consumamos menos productos de origen animal y sobre todo no desperdiciemos alimentos.
Una mujer usa la bicicleta para llevar a su hijo a la escuela, en el centro de la Ciudad de México. Todos los esfuerzos ciudadanos por reducir nuestro impacto pueden contribuir a una mejora en la calidad de vida. Foto: Rodolfo Pérez / WWF.
Así como colectivamente hemos hecho tanto daño a nuestro planeta, colectivamente podemos ser capaces de revertirlo. ¡Juntos es posible!
Por mi parte, quisiera que mi hijo supiera que día a día pongo todo mi empeño para lograrlo, con la esperanza de que él y todos los niños y niñas puedan respetar y gozar de la naturaleza como cuando yo era pequeña. Quizá alguno de ellos llegue a descubrir qué guardan los cangrejos en sus conchitas.
Por Cynthia Menéndez.
Oficial Sr. de Ciudades Sustentables de WWF México.
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Tópicos: Cambio climático